PINOCHO

 PINOCHO

    Grillo había llegado a casa del carpintero Gepetto, que estaba fabricando un niño de madera. Lo talló y lo pintó con tal maestría que parecía real porque eso era lo que más deseaba Gepetto: un hijo. Por la noche apareció un hada que tocó al niño de madera con su varita mágica, otorgándole la vida y el nombre de Pinocho y dando a Grillo el encargo de ser su conciencia. Al día siguiente, Gepetto mandó a Pinocho al colegio con los otros niños, pero por el camino se encontró a unos feriantes y decidió unirse a ellos, desoyendo los consejos de Grillo.

    Cuando acabó la función, enjaularon a Pinocho, que se puso a llorar. Entonces apareció el hada preguntando por qué estaba allí, pero, avergonzado, Pinocho mintió y, entonces, por cada mentira, le creció un poco más la nariz. A pesar de todo, el hada le dio otra oportunidad, pero Pinocho se dejó embaucar por unos sinvergüenzas que le llevaron a la Isla del Placer, donde sólo se comían dulces..., y donde a los niños les crecían orejas de burro por no ir al colegio. Pinocho estaba muy arrepentido, pero al volver a casa, resulta que Gepetto había salido a buscarlo por el mundo. 


    Después de muchas aventuras, Gepetto y Pinocho se encontraron en el interior de una ballena, de donde consiguieron salir de forma milagrosa. Para premiar su arrepentimiento y buen corazón, el hada convirtió a Pinocho en un niño de verdad, en lugar de su cuerpo de madera.

Carlo Collodi.

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