LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

 LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

    En una triste cabaña de paja vivía el hombre más miserable que se pueda imaginar. No podía protegerse del frío y en vez de muebles sólo tenía un jergón con una manta raída para dormir. El hombre no tenía ganado ni huerto y sobrevivía comiendo raíces y frutos del bosque, por lo que durante el invierno pasaba hambre.

    Una noche en que no había cenado y tiritaba de frío en su mísera cama, un anciano llamó a su puerta pidiendo que le dejara descansar allí. El hombre le ofreció su pobre hospitalidad y el anciano, agradecido, le regaló una gallina.

- Si la cuidas bien y vences la tentación de comértela, esta gallina te dará muchas alegrías, pues pone un huevo cada día -dijo el anciano. Y después se marchó.

    Efectivamente, al día siguiente la gallina había puesto un huevo, pero no era un huevo normal y corriente: ¡era de oro macizo!

    Como la gallina ponía un huevo de oro cada día, el hombre se hizo muy rico en poco tiempo y pasó de vivir en una humilde choza a una preciosa y próspera granja. Pero entonces pensó que era de tontos trabajar si poseía tantas riquezas y se compró un palacio donde pasaba el tiempo rodeado de todos los lujos.


    Sin embargo, se despertó en él una ambición desmedida y empezó a soñar con la posibilidad de convertirse en rey. Para ello necesitaba un gran ejército y eso era carísimo. Tan impaciente se volvió que, sin querer esperar a que la gallina siguiera poniendo su huevo diario, pensó: <<debe de tener un depósito de oro en la barriga. ¿Por qué esperar si puedo conseguirlo todo de una sola vez?>>.

    Y sin más ni más le retorció el pescuezo al animal para apoderarse de su tesoro. Pero en ese momento -el palacio, las riquezas y los huevos de oro- desapareció para siempre.

Hans Christian Andersen

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