EL ANCIANO Y EL CABALLO

EL ANCIANO Y EL CABALLO

    Cuenta la leyenda que un anciano tenía dos grandes amores en su vida: su hijo y sus caballos de pura sangre. Una noche, un criado se dejó la puerta del establo abierta y el mejor caballo de todos los que tenía el hombre se escapó. Para el anciano era una gran pérdida y por ello todos los vecinos de la aldea fueron a la casa del anciano para darle consuelo y lamentar su mala suerte. El anciano les respondía tranquilamente sin estar afectado: ¨Buena suerte o mala suerte, ¿Quién sabe?¨. 

    Una semana más tarde, el caballo regresó acompañado de una yegua y de otros caballos de mucho valor. Los vecinos se enteraron y fueron a visitar al anciano para felicitarlo por la buena suerte. Fue entonces cuando el hombre sin mostrar signos de gran alegría volvió a repetir: ¨Buena suerte o mala suerte, ¿Quién sabe?¨.  Los vecinos se extrañaron de que aquel hombre no mostró tristeza cuando perdió al caballo y ahora no mostrase alegría al recuperarlo.



    El anciano decidió aprovechar la llegada de los caballos salvajes para adiestrarlos con la ayuda de su querido hijo, pero uno de los caballos era muy rebelde y al intentar domarlo, el hijo se cayó y se fracturó una pierna quedándose cojo para siempre. Los vecinos otra vez se acercaron para darle consuelo al viejo, pero éste dijo: ¨Buena suerte o mala suerte, ¿Quién sabe?¨.  Los vecinos comenzaron a tomarlo por un loco. 

    Con el paso del tiempo estalló una guerra. Los soldados del rey fueron al pueblo y obligaron a todos los jóvenes válidos a alistarse para ir a combatir contra un lejano y peligroso enemigo. El hijo del anciano se salvó de ir a la guerra porque estaba cojo. Los vecinos volvieron a sorprenderse por la suerte del anciano, pero éste les contestaba: ¨Buena suerte o mala suerte, ¿Quién sabe?¨. 


Ya sabéis, lo importante no es la suerte sino la perseverancia.


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