TOMY EL SATÉLITE Y EL PISTOLERO ESTRELLA
Un día, mientras Tomy volaba por el espacio, sintió un impacto en la piel y oyó un extraño ruido.
- ¡Ay, ay! ¿Qué es esto? ¡Basta! ¡Largo de aquí!
- ¡Vuelve! -gritó Tomy cuando el objeto pasó silbando junto a él. Y tomó una fotografía.
- Es un pistolero estrella -dijo la abuela computadora al ver la fotografía en la estación espacial-. Hace años que no veo uno. Traen muy buena suerte. Los impactos que sentiste en la piel seguramente los causaron sus balas doradas.
Más tarde, cuando Tomy volaba junto a un asteroide, vio algo que brillaba. Bajó en seguida a investigar y vio que era el pistolero estrella.
- ¿Qué haces aquí? -preguntó al posarse sobre el asteroide.
- Largo de aquí, satélite. Estoy disgustado porque me he quedado sin balas de oro.
- Me alegro -dijo Tomy -, porque antes me has hecho daño.
- Lo siento.
Tomy despegó del asteroide para proseguir su ronda de vigilancia. Al cabo de un rato captó unos gemidos a través de sus sensores. Se acercó a ver quién se quejaba, y comprobó que era el planeta dorado, que lloraba porque nueve lunas perversas devoraban su anillo de plata.
- ¡Cuidado! -gritaron las lunas -. ¡Se acerca un satélite! ¡Regresad a vuestras órbitas!
- Es horrible -se lamentaba el planeta dorado -, esas endiabladas lunas se comen mi anillo de compromiso. No sé qué hacer.
- Conozco a alguien que puede ayudarte -dijo Tomy, pensando en el pistolero estrella -, pero quizás pretenda que le des un poco de tu oro.
- No me importa, tengo toneladas de oro. Le daré lo que me pida.
Tomy regresó en seguida al asteroide y halló al pistolero estrella con un humor de perros.
- Creo poder conseguirlo -dijo éste al enterarse del plan que tenía Tomy-. Será muy divertido.
El pistolero estrella estuvo esperando todo el día, hasta que por fin aparecieron las nueve lunas y él pudo entrar en acción.
- ¡Ay, ay, ay! -chillaban las lunas al sentir el impacto de las balas doradas-. ¡Basta, socorro!
El pistolero estrella se plantó sobre el anillo de plata y gritó, empuñando sus pistolas:
- ¡Fuera de la ciudad! ¡Y no regreséis jamás!
Aterradas, las malvadas lunas regresaron a sus respectivas órbitas, dando gracias por haber conseguido salvar el pellejo. A cambio de suministro de oro para sus balas, el pistolero se comprometió a proteger al planeta dorado.
- Ese pistolero estrella es un hacha -dijo Tomy sonriendo-. ¡Qué cara de miedo y desesperación tienen las lunas!
🌜 Y colorín colorado,
este estrellado cuento se ha acabado. 🌟
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