ISIS Y OSIRIS. VERSIÓN CORTA


ISIS Y OSIRIS. VERSIÓN CORTA.

    Hace muchísimos años, los dioses del antiguo Egipto decidieron enviar a la Tierra a Osiris, un dios joven, inteligente y bienhechor que debía encargarse de mostrar a sus súbditos los beneficios de la educación y la civilización.

    Osiris y su bella esposa, Isis bajaron a Egipto donde fueron bien recibidos como monarcas. El joven rey inició una gran labor de educación de su pueblo. Les enseño a cultivar las tierras, a elaborar pan, a fabricar herramientas, a dominar la escritura de los jeroglíficos..., y consiguió sacarles de la barbarie.

    Al cabo de un tiempo, Osiris decidió viajar a otras tierras para propagar los avances alcanzados. Su mensaje era bien recibido por todas partes, como si de un canto celestial se tratara.

    Mientras, en su país, su hermano Seth, envidioso y cruel, preparaba, con la ayuda de su amiga la reina Aso de Etiopía, un terrible recibimiento.

    Durante la fiesta de bienvenida. Seth ofreció una enorme arca maravillosamente tallada y adornada a aquella persona cuyo cuerpo encajara perfectamente en su interior. Sólo el cuerpo de Osiris encajó con precisión. Inmediatamente, los traidores se apresuraron a cerrar la pesada tapa del arca.

    Nadie pudo evitar que el arca, convertida en ataúd del rey, fuera arrojada por los malvados al Nilo y desapareciera entre las sombrías aguas.

    - Ahora, soy yo el nuevo rey -declaró Seth.

    Isis, desconsolada, a partir de aquel momento caminó sin cesar a orillas del río, preguntando a cuantos encontraba a su paso si habían visto el arca. Finalmente, unos niños se acercaron corriendo a la reina.

    - ¡Querida Isis, nosotros hemos visto el arca! ¡Allí, allí!

    Allí estaba el arca, flotando, a punto de alcanzar el mar. Isis pidió ayuda para extraerla de las aguas y, extenuada, se desplomó sobre ella. La reina esparció perfume sobre el arca y, transformándose en golondrina, voló en torno a su amado durante mucho tiempo, hasta que un bellísimo árbol creció junto al arca. Entonces, Isis fue al encuentro de su hijo Horus, que permanecía escondido de la ira del cruel y déspota Seth.

    - Hijo, debes prepararte para enfrentarte a tu tío. Debes vengar la muerte de tu padre y liberar a nuestro pueblo de la crueldad de Seth.

    Horus se dirigió a la corte y desafió al tirano. Lucharon cuerpo a cuerpo largamente, pero al final el joven Horus se impuso y Seth se rindió. La reina Isis, sabia y bondadosa, no se vengó de Seth y sus seguidores, como todos esperaban, sino que les dijo:

    - Sois libres, con la condición de que abandonéis estas tierras para siempre jamás.

    Por la noche, en palacio, la reina fue a ver el arca. El cierre había cedido. Isis abrió el arca y lloró sobre el cuerpo de su esposo.

    - Te amo, Osiris -y una de sus lágrimas cayó en el rostro de su marido.

    Osiris abrió los ojos, despertando del largo letargo al que su hermano lo había condenando. El reinado de Isis y Osiris fue próspero y feliz. Horus fue su sucesor y continuó la gran labor que habían iniciado sus padres.

    Hoy en día, quedan aún restos de aquella floreciente cultura y, al pie de las pirámides, los egipcios cuentan esta leyenda con toda su magia a cuantos quieran escuchar y soñar.



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