LA DAMA Y EL LEÓN. VERSIÓN CORTA


LA DAMA Y EL LEÓN. VERSIÓN CORTA

    Hace muchos años, en África vivía un rey con sus tres hijas. Una vez, antes de partir de caza con sus guerreros, como hacía cada año, el rey preguntó a sus hijas qué regalo querrían que les trajese. La mayor le pidió un diamante; la segunda, preciosas telas de seda; y la tercera dijo:

    - Solo quiero una rosa.

    Durante su viaje de caza por las preciosas tierras del continente africano, el rey compró las telas de seda más hermosas jamás vistas y el diamante más maravilloso que pudo encontrar. Pero por más que buscó, fue imposible hallar una rosa para su hija pequeña. En aquellas tierras esa flor era una rareza.

    Cuando ya regresaban a casa, pasaron cerca de un magnífico palacio rodeado por un bello jardín, lleno de rosas de todos los colores y tamaños. El rey ordenó a uno de sus guerreros que cortara la rosa más hermosa. Pero cuando ya se disponían a irse, un fiero león les impidió el paso.

    - ¿Quién se ha atrevido a cortar una rosa de mi jardín? -rugió con fiereza.

    El rey le contó lo que ocurría y le ofreció lo que él quisiera a cambio de la rosa

    - Está bien -contestó el león-. Me entregarás a la primera persona que veas al llegar a tu casa.

    El rey, imaginando que sería recibido por sus criados, aceptó el trato, y parió orgulloso con la rosa para su hija menor.

    Desafortunadamente, su hija pequeña fue quien salió a recibirle, feliz al ver la rosa. El rey, desconsolado, le contó lo sucedido. Ella decidió ir al encuentro del león para convencerle de que le permitiera volver con su padre.

    Sin embargo, el león resultó ser un apuesto joven, bajo el hechizo de un mago. Sólo cuando el sol se ponía recobraba su forma humana.

    Los dos jóvenes se enamoraron, se casaron y vivieron felices durante varios meses.

    Una mañana llegó un mensajero del padre de la muchacha para notificarle que su hermana mayor se casaba. El príncipe no quería acompañar a su esposa a los festejos de la boda, porque si le daba el sol mientras aún tenía forma humana, se convertiría en paloma y debería volar por el mundo durante siete largos años.

    Pero tanto insistió la joven, que al final accedió a ir con ella. El rey ordenó tapiar la ventana de la habitación donde iban a alojarse su hija y el príncipe. Pero cuando empezó a amanecer, un rayo de sol se coló por una pequeña grieta y dio de lleno en el rostro del joven. Inmediatamente se convirtió en una paloma blanca.

    - Volaré durante siete años por el mundo -le dijo a su esposa con tristeza-, pero de vez en cuando dejaré caer una de mis plumas blancas. Síguelas y tal vez puedas liberarme del hechizo.

    Acto seguido, salió volando por la puerta de la estancia.

    Durante varias semanas, la princesa siguió las plumas blancas que la paloma iba dejando caer. Pero un día dejó de encontrarlas y la joven empezó a preocuparse.

    Alzó sus ojos al Sol y le imploró:

    - Tú, que brillas majestuoso sobre el mundo, ¿no has vito una paloma blanca volando por el cielo?

    - No la he visto -respondió el Sol-, pero toma esta caja mágica y ábrela cuando lo necesites.

    Al caer la noche, la joven le hizo la misma pregunta a la Luna.

    - No la he visto, pero te daré este huevo que podrás abrir cuando lo necesites.

    Preguntó a los vientos y, finalmente, el viento cálido del sur le dijo:

    - Sí, he visto volando sobre el lago Victoria una paloma blanca que se ha transformado en león. Éste ha sido atacado por otro león, que, en realidad, es el brujo que encantó a tu esposo. Ve a rescatarle con ayuda de la caja y del huevo que has recibido.

    A orillas del lago, los dos leones seguían luchando. La princesa abrió la cajita y deseó que su esposo venciera al otro león y recobrase su forma humana para siempre. El deseo se cumplió inmediatamente, pero el otro león recobró también su forma humana y se apoderó de la mente del príncipe para que éste no reconociera a su joven esposa.

    La princesa entonces partió el huevo que le había dado la Luna y formuló un segundo deseo.

    - Que el brujo desaparezca de la tierra y mi esposo recobre la memoria.

    Y así sucedió. Por fin los dos jóvenes pudieron regresar a su casa y vivieron felices durante el resto de sus vidas.


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